era la hora de la silla
con ruedas desechadas en la puerta del niño útil
y su sofá pulido por las veredas anchas
la hora de la casa sin ventanas anticipadas
con ductos por donde espiarle los olores
a los viejos muertos de cercanías
era la del sinnúmero de la bestia y del
calculado trillo su pasarela:
de la cama al living del living al peldaño del peldaño al camarero
y siempre hubo un estrado donde culparse de otros en
ese vidrio
o en el abandono de intuir la presa por la carne
al dejarse morir de viajes sin decir su nombre
cuando los plátanos y la hojarasca
pesan
pesan
más que un vuelo de invierno en madrugada
7 comentarios:
siempre te lo digo Emiliano...
alucino, así, sin más!
gracias!
"o dejarse morir de viajes sin decir su nombre"
Qué pedazo de verso es, sí señor, este verso. Un abrazo, Emiliano.
rompes el diccionario en trocitos de papel
para más tarde, en la hora de la silla, crear maravillosos puzzles
...sin el abandono de intuir la presa por la carne...
No sé qué decirte Emiliano, salvo que me duelen tus versos... hoy, ayer y probablemente mañana... esta noche sobre todo, hoy a mí también me pesa volar.
También a mí hoy me duelen..
Un abrazo
lo uqe tú escribes, te deja un rato perplejo ante tus letras, buscando miles de interpretaciones, con cada palabra se abre un nuevo horizonte...es flipante, un besazo
¡
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